jueves, 13 de septiembre de 2012

¿QUE HACER ? RECOMENDACIONES

¿Qué hacer? Recomendaciones

Es la sociedad en su conjunto la que alimenta a los jóvenes de
los referentes con los cuales construyen las vivencias particulares del ser y deber ser de la democracia. De manera que aquello que los jóvenes saben o practican sobre esos asuntos constituye también una mirada a la sociedad en su conjunto; no
existe una gran distancia entre los saberes y las prácticas de los
adultos y los de los jóvenes sobre la democracia. Quizás existen formas
particulares de vivenciarlas, de expresarlas, pero no dos vivencias radicalmente distintas.
Así como la precaria situación del aprendizaje de valores cívicos de los jóvenes colombianos no radica sólo en la escuela ni en el sistema político ni en
la familia, tampoco lo que se deba o pueda hacer para mejorar la situación le
compete a una sola institución. Una política pública en democracia y ciudadanía debería interrogar a toda la nación por la distancia entre los valores
proclamados y las actitudes asumidas.
Una política pública de formación en los valores democráticos debería involucrar, además de a la escuela, a los medios de comunicación, a los partidos y organizaciones políticas, a las universidades, a las organizaciones sociales, invitándolas, a todas ellas, a reflexionar acerca de lo que les están
enseñando a los jóvenes, preguntándoles si no estarán reforzando las lógicas
privadas por encima de las lógicas públicas.
Pero no podemos esperar a cambiar el contexto macro, la mentalidad de los
colombianos, la cultura, para empezar a hacer algo con respecto a la ense-
ñanza-aprendizaje de los valores democráticos: en tal momento quizás sería
innecesaria. No podemos esperar a que el sistema político se haga legítimo
a los ojos de toda la población, los partidos fuertes y capaces de representar
legítimamente los intereses de grupos sociales, los medios de comunicación
impulsores de la participación cualificada de los ciudadanos, la familia cultivadora de los valores cívicos, para emprender en la escuela acciones dirigidas a fomentar las prácticas democráticas. Sin ciudadanos bien informados
y dispuestos a tomar parte en los asuntos públicos no habrá reconstrucción
de la política, sin consumidores de medios de comunicación competentes y
dispuestos a exigir calidad no habrá medios de comunicación rigurosos. La
escuela puede ayudar a romper el círculo vicioso.
El papel de la escuela en la formación de los valores cívicos es limitada,
aunque imprescindible. Puede jugar el papel de articulador y catalizador de87
I N F O R M E N A C I O N A L D E R E S U L T A D O S D E L E S T U D I O I N T E R N A C I O N A L D E F O R M A C I Ó N C I V I C A
valores ciudadanos positivos, irradiando valores positivos, controvirtiendo
los valores y actitudes negativas, haciendo consciente al estudiante de que
lo público, la política, tiene importancia para la vida privada y no es sólo un
asunto de unos pocos del que hay que permanecer marginado, sino que un
saludable ámbito público provee condiciones para poder desarrollarse como
ser humano.
La escuela puede ayudar a no pensar con el deseo, a no confundir el ser con
el deber ser, de manera que sepamos que la realización de los sueños requiere conocer sus condiciones de posibilidad y, sobre todo, exige trabajo arduo. Puede trabajar por una mejor valoración del conocimiento de las ciencias sociales y de su función en la formación democrática; reforzar la ense-
ñanza de las ciencias sociales, cada vez más reducidas dentro del currículo;
convertir los espacios democráticos de la vida escolar en verdaderas escuelas
de democracia.
Es posible ampliar las horas semanales dedicadas al estudio de las ciencias
sociales, pues en el 50% de los colegios se dedican apenas entre 2 y 3 horas
clase a la historia, mientras que la enseñanza de leyes y economía, así como de
educación cívica, tiene en promedio entre media hora y dos horas a la semana.
Es necesaria una reflexión sistemática sobre aspectos como la mejor forma
de fundamentar la educación cívica. Será necesaria la implantación de una
asignatura independiente, o deberá ser integrada a las demás asignaturas? En
los países que obtuvieron mejores resultados en la prueba de conocimientos, la fundamentación en cívica y democracia está articulada
transversalmente en el plan de estudios de ciencias sociales o humanidades,
desde los primeros años de la educación básica. Esta puede ser otra opción
que vale la pena analizar.
En la actualidad, cívica, leyes y economía son asignaturas propias de la educación media, es decir, de 10° y 11° grados. No obstante, las ciencias sociales
(historia y geografía) representan 3 ó 4 horas a la semana en el plan de estudios. Si optáramos por integrar la cívica en el conjunto de las ciencias sociales,
cómo podríamos hacer para profundizar en la fundamentación de nuestros
alumnos? Si entendemos por fundamentación una articulación de los contenidos básicos en cívica y democracia con las formas como ellas aparecen en
sociedad, de tal forma que los alumnos se expliquen socialmente la historia y
la vida de las naciones, tal cosa equivale a subvertir las pedagogías afincadas
en el mecanicismo y en la repetición de conceptos, pues explicarles a jóvenes
de 15 años el concepto de Estado de Bienestar o formas de gobierno no es la
tarea fácil que tan frecuentemente se cree

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