jueves, 13 de septiembre de 2012

LA RESPONSABILIDAD


LA RESPONSABILIDAD

La responsabilidad (o la irresponsabilidad) es fácil de detectar en la vida 
diaria, especialmente en su faceta negativa: la vemos en el plomero que no 
hizo correctamente su trabajo, en el carpintero que no llegó a pintar las puertas en el día que se había comprometido, en el joven que tiene bajas 
calificaciones, en el arquitecto que no ha cumplido con el plan de 
construcción para un nuevo proyecto, y en casos más graves en un 
funcionario público que no ha hecho lo que prometió o que utiliza los 
recursos públicos para sus propios intereses.
Sin embargo plantearse qué es la responsabilidad no es algo tan sencillo. 
Un elemento indispensable dentro de la responsabilidad es el cumplir un 
deber. La responsabilidad es una obligación, ya sea moral o incluso legal de 
cumplir con lo que se ha comprometido.
La responsabilidad tiene un efecto directo en otro concepto fundamental: la 
confianza. Confiamos en aquellas personas que son responsables. Ponemos 
nuestra fe y lealtad en aquellos que de manera estable cumplen lo que han 
prometido.
La responsabilidad es un signo de madurez, pues el cumplir una obligación 
de cualquier tipo no es generalmente algo agradable, pues implica esfuerzo. 
En el caso del plomero, tiene que tomarse la molestia de hacer bien su 
trabajo. El carpintero tiene que dejar de hacer aquella ocupación o gusto 
para ir a la casa de alguien a terminar un encargo laboral. La 
responsabilidad puede parecer una carga, y el no cumplir con lo prometido 
origina consecuencias.
¿Por qué es un valor la responsabilidad? Porque gracias a ella, podemos 
convivir pacíficamente en sociedad, ya sea en el plano familiar, amistoso, 
profesional o personal.
Cuando alguien cae en la irresponsabilidad, fácilmente podemos dejar de 
confiar en la persona. En el plano personal, aquel marido que durante una 
convención decide pasarse un rato con una mujer que recién conoció y la 
esposa se entera, la confianza quedará deshecha, porque el esposo no tuvo 
la capacidad de cumplir su promesa de fidelidad. Y es que es fácil caer en 
la tentación del capricho y del bienestar inmediato. El esposo puede preferir 
el gozo inmediato de una conquista, y olvidarse de que a largo plazo, su 
matrimonio es más importante.El origen de la irresponsabilidad se da en la falta de prioridades 
correctamente ordenadas. Por ejemplo, el carpintero no fue a pintar la 
puerta porque llegó su "compadre" y decidieron tomarse unas cervezas en 
lugar de ir a cumplir el compromiso de pintar una puerta. El carpintero 
tiene mal ordenadas sus prioridades, pues tomarse una cerveza es algo sin 
importancia que bien puede esperar, pero este hombre (y tal vez su familia), 
depende de su trabajo.
La responsabilidad debe ser algo estable. Todos podemos tolerar la 
irresponsabilidad de alguien ocasionalmente. Todos podemos caer 
fácilmente alguna vez en la irresponsabilidad. Empero, no todos 
toleraremos la irresponsabilidad de alguien durante mucho tiempo. La 
confianza en una persona en cualquier tipo de relación (laboral, familiar o 
amistosa) es fundamental, pues es una correspondencia de deberes. Es 
decir, yo cumplo porque la otra persona cumple.
El costo de la irresponsabilidad es muy alto. Para el carpintero significa 
perder el trabajo, para el marido que quiso pasarse un buen rato puede ser 
la separación definitiva de su esposa, para el gobernante que usó mal los 
recursos públicos puede ser la cárcel.
La responsabilidad es un valor, porque gracias a ella podemos convivir en 
sociedad de una manera pacífica y equitativa. La responsabilidad en su 
nivel más elemental es cumplir con lo que se ha comprometido, o la ley 
hará que se cumpla. Pero hay una responsabilidad mucho más sutil (y 
difícil de vivir), que es la del plano moral.
Si le prestamos a un amigo un libro y no lo devuelve, o si una persona nos 
deja plantada esperándole, entonces perdemos la fe y la confianza en ella. 
La pérdida de la confianza termina con las relaciones de cualquier tipo: el 
chico que a pesar de sus múltiples promesas sigue obteniendo malas notas 
en la escuela, el marido que ha prometido no volver a emborracharse, el 
novio que sigue coqueteando con otras chicas o el amigo que suele dejarnos 
plantados. Todas esta conductas terminarán, tarde o temprano y 
dependiendo de nuestra propia tolerancia hacia la irresponsabilidad, con la 
relación.
Ser responsable es asumir las consecuencias de nuestra acciones y 
decisiones. Ser responsable también es tratar de que todos nuestros actos 
sean realizados de acuerdo con una noción de justicia y de cumplimiento 
del deber en todos los sentidos.
Los valores son los cimientos de nuestra convivencia social y personal. La 
responsabilidad es un valor, porque de ella depende la estabilidad de 
nuestras relaciones. La responsabilidad vale, porque es difícil de alcanzar.

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